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“¿Dónde está/estaba Dios? y José Antonio Marina”, Jesús Millán Muñoz

José Antonio MarinaAnte enormes catástrofes humanas, sean naturales, sean sociales los humanos se preguntan dónde está o estaba Dios, se hizo en el famoso Terremoto de Lisboa, en Auschwitz.
Hubo una famosa polémica en el terremoto de Lisboa que también afectó a España, el maremoto de Lisboa de 1.755, el 01 de noviembre que por cierto muchas personas estaban en Misa, por las ceremonias religiosas. Hubo una gran polémica en Europa entre Leibniz y Voltaire. Y, desde entonces, se planteó esta cuestión. En la segunda guerra mundial, a raíz del Holocausto, pues muchos pensadores, sean de origen judío o no, se hicieron la misma pregunta, Levinas, Hans Jonas, Primo Levi… se hizo famosa la frase: “Después de Auschwitz no es posible la poesía”.
Este problema del mal y de la maldad radical, ha estado creo durante toda la historia de la humanidad, ya los griegos lo plantearon de una manera y de otra, Diágoras de Melos, se considera el primer filósofo ateo del que se tienen noticias –pero en la Antigua Grecia, también se consideraba ateo, a la persona o pensador que no creía en todos los dioses, aunque solo creyese en uno-. Si rastreamos el Antiguo Testamento, indirectamente, en los libros llamados Sapienciales, a veces, existen algunos versículos que plantean este problema. De alguna manera el Libro de Job, que tiene orígenes anteriores del Medio Oriente, también roza este problema.
De todas formas, el argumento se puede multiplicar hoy, y, hacerse la misma pregunta, ¿ahora mismo, en estos años, existen guerras, una cincuentena en activo, en las que están muriendo cientos de miles de personas, millones de personas, ahora mismo existen cientos de miles de personas, millones de personas que están muriendo de hambre, sed, de enfermedades y epidemias que ya sabemos resolver, ahora mismo, en estos últimos años, cientos de miles, millones de personas viven en una indignidad enorme, debido a distintas causas, razones, motivos y tipos de indignidades diversas, que no voy a narrar en estos momentos, podríamos preguntarnos también dónde está Dios, dónde estaba Dios ayer…?
Evidentemente todas estas preguntas, surgen por el encontronazo de los grandes dogmas y planteamientos y principios de los monoteísmos, por un lado Dios es Omnipotente, por tanto, Omnipotente en Sabiduría, Omnipotente en Bondad, Omnipotente en Misericordia, y, la cuestión, es cómo no resuelve el problema de esas enormes injusticias… Entonces, siempre se llega al mismo argumento o conclusión, o Dios no existe, o Dios no se preocupa de los humanos, o Dios es un Ser –lo digo sin blasfemia- que no es Omnipotente, o, Dios es Malvado –como algunos han indicado a lo largo de la historia-.
Ante esto se responde, durante siglos, por los monoteísmos occidentales, y, debo recordarles, que esencialmente han existido cinco grandes monoteísmos occidentales – Akenatón, Moisés, Zoroastro o Zaratustra, éste con muchos matices, Jesús de Nazareth, el Islam-. Los monoteísmos con todos los matices que se quieran, responde que Dios ha otorgado al ser humano, individual y colectivamente “libre libertad, libre albedrío, libre voluntad, libre inteligencia, libre creatividad, libre…”. Por lo cual, si Dios evita todos los males, aunque evita muchos, evita los esenciales se responde, le quitaría al hombre su libertad, es decir, el ser humano sería un títeres en manos de la historia y de Dios, sería un animal más, aunque fuese un primate más evolucionado. Entonces, nos encontramos con todas estas discusiones, con multitud de matices a lo largo  de los siglos y milenios, posiblemente, desde la noche más profunda de y en la prehistoria.
Como saben, voy haciendo un recorrido por el articulismo de la Piel de Toro, hoy me he encontrado con un artículo del notable filósofo, escritor y articulista, José Antonio Marina, qe tituló: “¿Dónde estaba Dios? (Benedicto XVI), publicado el 11 de junio del 2013. E, introduce el autor del artículo, literalmente esta frase: “El Papa se hizo esta pregunta durante su visita a un campo de concentración […].”.
Personalmente, un gran filósofo y teólogo como fue Benedicto XVI, creo que habría que leer todo el discurso y sermón, para ver lo que dentro estaba. Pero, personalmente, pienso que el problema del mal y de la maldad humana, del bien y de la bondad humana, tiene muchas raíces, no se puede explicar solo con una y por una.
Entre otra el ser humano es un primate evolucionado, pero primate, lleva dentro de sí mismo, muchas raíces de bien y muchas raíces de mal. Es un animal racional con alma, esa definición de Aristóteles o de Tomás de Aquino, que añade el alma inmortal. Y, por tanto, el ser humano, su deber es “intentar racionalizar su persona y su moral”. Todo ser humano tiene el deber de irse haciendo más moral. Si esto se olvida, el ser humano, está condenado a que su animalidad, a que su esencia de primate, sea más fuerte que su esencia de “racionalidad” y, su esencia de “alma espiritual inmortal”. Todo ser humano tiene que luchar todos los días, sin agotar la irracionalidad y la animalidad que llevemos y llevamos, que no prime sobre la moralidad correcta y el alma-espíritu.
Pero hoy ocurre, que hemos olvidado, demasiadas personas, al menos en Occidente, que existe Dios o puede existir, que existe una ética o moral natural universal, que el ser humano tiene que obligarse, individual y colectivamente, a ser mejor moralmente, mejor cada día, a ser buena persona.
Por otro lado, en el dogma y moral cristiana, se habla del mundo como desorden, la carne como desorden, el tentador como los tres orígenes del mal en el mundo. Si no se utiliza el mundo de forma correcta y moral, y, la carne de forma correcta y moral, caemos en males, males de muchos tipos, cada uno según su deseo o instinto o pasión desordenada. La irracionalidad humana hay que domesticarla de forma correcta. Y, después está la influencia del mal y al mal del tentador.
Si yo o usted, le decimos a nuestro hijo, no debes beber. No lo debes hacer. Si después el hijo bebe y tiene un accidente y fallece, o cae en cualquier otra realidad o hábito negativo o pernicioso o perjudicial. No pueden después decirme el resto de hijos o nietos, que yo el padre, soy culpable. Si yo como padre le avisé que no bebiese conduciendo, que no bebiese en la vida, que no cayese en el mal de la bebida…
Existen unas normas morales mínimas, que podríamos indicar, una moral natural universal, así se ha defendido durante siglos… y, muchos de una manera o de otra, nos saltamos esas leyes o normas, y, después suceden hecatombes sean naturales o sean sociales y humanas –las naturales pueden resolverse en parte o en gran parte, con un saber ortodoxo, y, éste se puede tener y disponer, si utilizamos bien los recursos humanos-.
Si después vienen hecatombes humanas, por no seguir esas normas universales –si miran Auschwitz se saltaron al menos una docena de grandes normas jurídicas europeas, y, una docena o más de normas morales mínimas universales-. Si nos saltamos esas normas, después no podemos echarle la culpa a Dios. Incluso, admitamos exista Dios, o admitamos que no existe. Incluso, para un ateo racional, debe aceptar, que si Dios pide una serie de normas, y, después los humanos no las cumplimos, no podemos echarle la culpa a Dios, aunque creamos que no existe, porque somos nosotros los que no hemos cumplido esas normas…
No tiene la culpa Dios, exista o no exista Dios, si la Máxima Autoridad de un país centroeuropeo que mandó poner en funcionamiento el holocausto, posiblemente fuese nieto de un judío que le hizo un hijo a una sirvienta –y, ese odio después lo materializó en el Holocausto-. Ni tiene culpa Dios si ese mismo dirigente estaba enamorado de una medio-sobrina y ésta se quedó embarazada de un supuesto judío y esta falleció en circunstancias difíciles de prever a día de hoy. Ni tiene culpa Dios, exista Dios o no exista, si su padre le pegaba a su madre y a él, a ese dirigente máximo, le dio una paliza que se quedó inconsciente, y echó sangre por la orina…
Exista o no exista Dios, no podemos echarle la culpa a Dios, si los humanos no quieren cumplir unas mínimas normas universales morales… ¡Esto cualquier ateo coherente y racional debe aceptarlo…!
Jesús Millán Muñoz

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