Browse By

«De la política paranoica, delirante y narcisista del PSOE», Adrián Martínez

narcisistaSaturado ante el glamuroso, atrabiliario  pero turístico panorama nacional copado por el devenir principesco, me decido a escribir, parece ser,  del segundo tema más importante del mes.

Dice: “Avanzar en el reencuentro y curar viejas heridas”. Así es la soflama espiritualista de Pedro Sánchez, salida de su propio manual de autoayuda, para intentar proclamarse de nuevo presidente del gobierno de nuestro país a través de contemplar la amnistía a los independentistas catalanes. Otra cosa es analizar a qué reencuentro se refiere y de qué heridas habla. Si por reencuentro entendemos la acción de volver reunir cosas separadas (España-Cataluña) esta nunca ha ocurrido, ni histórica ni recientemente. Otra cosa es el relato autoquerencial, paranoico o simplemente gonadal que, presumo, debe estar cerca, presuntamente, de lo delirante. Si por heridas se refiere al menguante porcentaje de votos  obtenidos  por todos los independentistas en las últimas elecciones del 23J, estos solo confirmaron la tendencia a la baja de su fuerza electoral  que ya avanzaron las municipales de 28M.El estropicio se concretó  con 700.000 votos menos que en 2019 y una merma de nueve escaños respecto a los 23 que, en conjunto, sacaron los aludidos. De ahí debe ser lo de las heridas.

Y cuando me refiero al carácter paranoico y delirante de una y otra política  (la de casi todo el PSOE – aunque en privado es más recatada- y la de todos los independentistas) asumo aquella posibilidad psiquiátrica que afirma que las personas con un trastorno paranoico o delirante suelen  desarrollar un sistema de ideas y creencias en relación a un tema específico, que pese a carecer de pruebas objetivas que demuestren que lo que afirman es cierto, lo viven y lo defienden como verdadero e incuestionable.

Por lo tanto hay que asumir, más bien diagnosticar, que el empecinamiento de Sánchez, en un momento de  estancamiento del relato independentista y de sus defensores, no tiene más alcance que el de la renovación de su propio cargo. De esta manera  autocomplaciente y a través de los mantras   espiritualistas y esotéricos ya indicados, intenta encontrar eco entre los suyos y por extensión entre sus afiliados y simpatizantes. Otros simplemente esperamos que la Justicia haga su trabajo y pida responsabilidades a todos los que hacen daño a Cataluña, tal y como pronunció el expresidente del parlamento europeo Josep Borrell en su día.

Ahora, según Sánchez, parece que haya que alumbrar un nuevo orden político, y después ¿geopolítico?,  para España separada de Cataluña y viceversa. Nuestro presidente en funciones es un genio para ello. Sabe que la realidad construida debe pasar por el lenguaje. Si aquellos decían “España nos roba” este defiende “avanzar en el  reencuentro y curar viejas heridas”.  Eufemismos que a través de su lenguaje cumplen la misión de construir la realidad política como efecto secundario. Una realidad que necesita no solo su autoconvencimiento sino el beneplácito de muchos de sus correligionarios y demasiados españoles a través de la socialización de la presunta paranoia asumida por aquel. Y a través de su implantación por parte de los dispositivos de poder, descubrir no solo una interesante relación entre la influencia que sus  interpretaciones tienen sobre la  acción y la memoria colectiva de la sociedad ,esta vez reconvertida  al fin en paranoica , sino que la misma puede ser reconocible por dicho sistema de pensamiento colectivo.

Ontológicamente hablando, no hay generación de socialistas que no crea que es la más importante de la historia aunque llevan años equivocándose intentando retorcer el voto depositado por los españoles. Las ruedas de molino con las que intentan que comulguemos hace tiempo que fueron inventadas y en tal logro intervino sobremanera la mala gestión que sobre el tema hizo el PP. Llevamos años soportando su lenguaje,  no solo el del PSOE (ha ocurrido en casi todos los partidos)  y este suele fulminar, como efecto colateral deseado, toda  disidencia imponiéndose el  pensamiento único, que suele ser el del preclaro líder. A  la racionalidad que debe regir en política se le ha añadido  un paranoico  lenguaje propio convertido en  el núcleo de un activismo elitista que en demasiadas ocasiones va en contra de la mayoría. Así todos los que pensamos distinto estamos equivocados. Todos excepto el  portador de la luz y la buena nueva cuando  todo el mundo sabe que  Sánchez, por decirlo en términos discográficos,  no es más que otro Milly Vanilly político  que solo mueve los labios mientras consigue sus personales objetivos y otros escriben y cantan  la repetitiva canción.

Los españoles no  nos equivocamos al votar. Se equivoca Sánchez y su patulea  haciéndonos pasar por gilipollas que santifican unas propuestas inexistentes antes de las elecciones. Los resultados del 23J nada dijeron sobre una amnistía. Tres días antes de las mismas (programa de la  Sexta) nuestro presidente era contrario a la amnistía   recalcando el hecho de que su partido  nunca la hubiera aceptado “No han tenido amnistía  y no hay un referéndum de autodeterminación ni nunca lo habrá” Sánchez dixit. El ministro de justicia por aquel entonces recalcó: “la amnistía no cabe, la amnistía es el olvido y aquí no hay olvido…”. En base a esas premisas, y no otras, votamos los españoles. Todavía algunos recordamos cuando en la pasada legislatura  el PSOE, unido a PP y VOX, sumaron sus votos para rechazar una ley de amnistía en el Congreso siguiendo el criterio marcado por los letrados de las Cortes amparándose en que tal ley entraría en contradicción con el artículo 62 de la Constitución ¿Ya no? ¿Eso es criterio? ¿O tampoco tenían motivos legales los miembros del Tribunal Supremo dictando su sentencia en el juicio del procés, condenando a prisión a nueve de los doce líderes independentistas encausados por aquellos hechos de 2017?

Perdón, generosidad, política, dialogo,  fraternidad. Son palabras que estamos escuchando con copiosa prolijidad por ambas partes. Y las daríamos por buenas  si no conociéramos no solo su vacuidad sino  la deriva autoritaria de todos los nacionalismos, la patita de cordero que esconde la del lobo y cuya naturaleza y fin último es la  autodeterminación y la territorialidad. A los independentistas les importa un bledo estas grandilocuentes palabras y un comino España. Ellos están rendidos ante su relato, ante una identidad  que solo reconoce al contrario convirtiéndolo en su adversario. Es el auténtico reconocimiento  de su  nubosa identidad catalana a través de la negación de España.

Sánchez está contribuyendo  a una política en la que el delirio presume de estar desconectado  de la realidad. No sabemos qué ha sido lo primero: si  los ciudadanos nos hemos rendido ante la fantasía y la creación  de un lenguaje narcisista y grandilocuente que pueda aportar tal desconexión, o el presunto delirio político  de Sánchez ha posibilitado al colectivo. El delirio individual puede tener un desencadenante colectivo que le imprima carácter  y fortaleza. Incluso podemos no conocer la naturaleza de un delirio colectivo pero saber cuándo se dan  condiciones de posibilidad apuntando un rasgo característico de nuestro  tiempo: el narcisismo como forma de estar  y ser, incluido el narcisismo  político. Quien lo padece  se contempla como la suma de todas las perfecciones sin mácula ni defecto alguno y sin deberes contraídos ni deudas que zanjar.

Haga usted Sr. Pedro Sánchez lo que le dé la gana, pero no diga que lo hace, al menos, en mi nombre. Si Cataluña, al fin, se independiza, que lo haga. Habremos perdido cohesión, equilibrio, igualdad y vertebración y habremos ganado en desigualdad, divergencia, y legitimidad. También  estas palabras pueden parecer eufemismos pero no llevan aparejadas ningún ansia de poder ni siquiera influencia. Déjenles y habrán cometido, todos ustedes,  el grave error de confundir una minoría nacionalista con la verdadera Cataluña, el grave error de confundir el gobierno de España con un juego delirante de palabras.

Adrián Martínez
Médico


There is no ads to display, Please add some

One thought on “«De la política paranoica, delirante y narcisista del PSOE», Adrián Martínez”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *