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“Columnistas: carreras de relevo e I. Camacho”, por Jesús Millán Muñoz

Columnistas

Con la metáfora/símbolo y realidad los articulistas, desde al menos, Fernán Caballero y Larra son y somos unos carreristas de relevo o de posta unos vamos dejando el testigo a otros.

No estoy en este género, ahora, porque se ha extendido como el trigo y arroz en la cosecha, sino porque ha sido un deseo desde mi, casi juventud, que se ha materializado en estos últimos dos lustros, de una forma ya real, diríamos, la eclosión de Internet y del periodismo digital, ha permitido que mi pluma o pincel o lápiz sea admitido en algunos de esos medios. Cosa, que tantas veces, se olvida, hay que ser agradecidos, como virtud psicológica moral que tanto se olvida y tan olvidada está.

Como ahora existen enormes medios que expresan noticias y datos, no hay que indicarlo otra vez. El periodismo ha cumplido ese fin, pero especialmente, el de interpretar los datos y el de opinar sobre los datos. Por lo cual, bajo mi modesto entender y comprender, el periodismo profesional seguirá existiendo, si cumple ese triple cometidos: primero, fijar datos y noticias. Segundo, interpretar esos datos, con razones y argumentos y finalidades, y, tercero, si existen unos opinadores, que es una mezcla de interpretación y comentarios, de objetividad y subjetividad.

El notable periodista y articulista Ignacio Camacho, en el ABC del 09 de mayo del 2008, realiza una columna, a raíz del fallecimiento de Campmany, titulada La estirpe de Larra. Y, como buen escritor, buen periodista, buen columnista nos recuerda una decena de nombres, de ayer y del hoy del columnismo. Esa evolución que pienso surgió en los comentarios de la calle de las noticias, y, que fue pasando, después siendo escritas, a mano, o al menos eso dicen, después, esas noticias que venían de todos los sitios, en una hoja, fueron grabadas en madera, después, con la imprenta, y, al final, hemos llegado por todos los procesos de sistemas de perfección de Gutemberg y linotipias, hemos llegado al mundo del Internet.

Me ha extrañado, con el enorme poder, que han dispuesto, algunas cabeceras, a nivel nacional, algunas en la dimensión regional. Con un gran poder que han dispuesto, ahora, ahora dicen que menos –pero pienso, que volverán a retomar ese poder, aunque quizás no tanto, por mucha competencia que existan de cientos de periódicos digitales, de docenas de redes sociales, porque los humanos, necesitamos saber qué datos son verdaderos, datos-noticias, cuáles no, y, qué interpretaciones son o merecen la realidad o la explicación, y, las consecuencias de ello-.

Una persona puede asistir a un acontecimiento equis, y, con su móvil grabarlo, y, con esa noticia formar una epidemia mundial de millones de visitas en unos minutos. Pero qué dice y qué puede indicar y qué consecuencias puede tener ese hecho-dato-noticia-información, eso lo tienen que expresar personas con formación, a veces, de décadas…

Indicaba que siento una enorme extrañeza, que periódicos, que están con nosotros varias décadas, todavía existentes. En sus Webs oficiales, no vayan recogiendo, numerando, insertando, indexando, los nombres de todos los colaboradores, periodistas que han pasado por sus imprentas, ahora digitales. Cientos y miles. Al menos, una etiqueta o una pestaña dedicada a ellos.

Y, a partir, de ese simple nombre, y, algunos datos, quizás, insertar algunas noticias o redacciones o escritos que hayan realizado, algunos artículos o columnas, alguna viñetas, algunas entrevistas, algunas informaciones… Siempre me ha extrañado, todavía quedan, vivos y existentes, unas docenas de cabeceras, que están con nosotros más de tres décadas, hasta ciento veinte años… Es cierto que algunas cabeceras, sus servicios documentales te indican todos los artículos publicados por algunos autores, así el País y el Mundo, que yo conozca, también otros, todas las columnas publicadas por Umbral, que ha sido la base de varias tesis doctorales sobre el articulismo…

Quizás, correspondería, no solo a la universidad, sino también al mundo de la comunicación –periódicos, radio, televisión…-, incentivar que se hagan trabajos fin de grado, tesis doctorales, estudios académicos, conferencias, cursos, congresos sobre el periodismo y todos sus géneros –entrevistas, editoriales, columnismo de opinión, reportajes, crónicas, viñetas, etc.-. Porque hoy, que es inmensa la información y las noticias, uno, no sabe qué es verdad y qué es menos verdad, cómo hay que interpretar esa verdad, y, cómo no, qué consecuencias puede tener y cuáles no, quizás debido a una llamada telefónica o a una presión ha sucedido tal hecho o…

Ignacio Camacho, alaba a Campmany, con palabras reales y figuradas, con metáforas y con realidades, y, nos menciona, una decena de autores, de ayer y de hoy. Pero habría que indicar, bajo mi modesto entender, que hoy, que mañana, Ignacio Camacho, será uno de esos grandes egregios, notables, excelentes columnistas que se atarán, a esa columna que viene de Fernán Caballero, Larra, Alarcón, Bretón de los Herreros, Mesoneros, Clarín, Valera, Estébanez Calderón, Blanco White… y, todos los que vinieron detrás, decenas y decenas y decenas.

Y, eso que apenas, en congresos, conferencias, cursos, tesis doctorales, apenas se citan, a los cientos de columnistas de provincias, de las regiones… ¡Paz y bien…!

Jesús Millán Muñoz


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