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“¿Pasa el tiempo…!”, Jesús Millán Muñoz

Pasa el tiempoPasa el tiempo, pasa tu tiempo en este mundo. Se añora la infancia o la adolescencia o la primera madurez, o, quién sabe. Se teme el morir y la propia muerte. Pasa y llega…

El poeta Luis Cernuda en una columna, titulada: El miedo, publicada en México en la cultura, suplemento de Novedades, con fecha del 17 de febrero de 1957, nos habla del miedo de los adultos, de la infancia, de cuándo no se tenía miedo al morir, cuándo no se era consciente de ello, de la pérdida de la inocencia, de cuando se vivía solo el presente, cuando… -aunque existen muchas infancias sin infancia, este es uno de los grandes dramas del existir humano…-.

Según el rascacielos de Internet, en 2022 en el mundo nacieron 134 millones de personas, y fallecieron 67 millones. A lo cual el egregio poeta Luis Cernuda, nos enfrenta y confronta a dos realidades, ciertamente hace sesenta y cinco años la situación nacional y mundial era otra. Nos interrelaciona dos conceptos-realidades-vivencias: la infancia y la conciencia del propio morir -a partir de una edad-.

La pérdida de la infancia, el sentimiento de pérdida-ausencia-olvido es una realidad muy profunda en el ser-estar humano. Ciertamente, la humanidad tiene una asignatura o tema pendiente, que es intentar que toda la infancia, no exista un niño/niña que no viva con dignidad suficiente, en cualquier lugar del mundo. Es bueno hacer planes y programas de investigación para ir a la Luna/Marte pero también sería realizar planes-programas de investigación y creación para que no hubiese un niño/a en el planeta que no viviese con suficiente dignidad.

Para ello, hay que estudiar y analizar e investigar las causas y motivos, porqué y por qué un solo niño-a no vive con dignidad. Qué razones existen y qué no-razones. Y, a partir de ahí, al mismo tiempo, intentar incentivar planes de todos los niveles y formas y maneras para erradicar esta pandemia. Porque no vivir bien un niño o una niña en el mundo es un drama para la humanidad, es una enorme tragedia, es una enorme injusticia, es un enorme dolor… -entre otras razones, que las Fundaciones Humanitarias, que con tan buena voluntad se ocupan de paliar esto, debería ser obligatorio, ellas mismas, enviar cada tres meses o seis meses, sus cuentas, a los medios de comunicación…-.

Este artículo lo redactaremos en forma de bucle, iremos combinando los dos temas antedichos que se interrelacionan como dos miradas de dos seres humanos. Ahora toca el propio morir. Hemos olvidado y obviado en gran medida, al menos, en países occidentales, que existen nacimientos y alegrías de nacimientos, y realidades del morir y de la muerte. Nos suceden ambas cosas, al menos hasta ahora. Nos toca nacer, si nos dejan nacer, y nos toca morir, y, cambian los tipos y formas de muerte y de morir. Pero fallecemos.

La gran pregunta es si nos preparamos, de forma mesurada y correcta, al propio morir. Sin exageraciones, sin tragedias, pero si sabemos que tenemos que morir, al menos, en el actual orden de la realidad humana, porqué no intentamos mientras que existe vida, vida para cada uno de nosotros, vivirla digna y honesta y moralmente.

Primero, porque no intentamos evitar hacernos sufrir, porque no evitamos intentar, humilde y modestamente, en nuestras palabras y gestos y actos, intentar no hacer o no producir sufrimiento a y en los otros. A veces, a los otros cercanos. Porque no intentamos curar nuestras heridas y traumas profundas, y, no que ellos lleven a crear heridas y traumas en otros…

Proponerse como norma moral máxima, ya fijada desde hace milenios: “no hagas al otro, lo que no deseas que te hagan a ti, en las mismas circunstancias y situación”. Podría ser: “no hagas a un niño-a, lo que no deseas que te hubiesen hecho a ti, que no deseas se lo hagan a tu hijo a tu nieto, a tu biznieto niño/a”. Y, si te han hecho algo malo, en la infancia, no vuelvas a hacerlo tú, algo malo a otro niño o niña. Digo algo, para no fijar un mal, porque pueden existir muchos males…

Demasiados sufrimientos, angustias, penas, traumas, heridas creadas en otros seres humanos en la infancia, en la adolescencia, en la edad adulta se producen, porque alguien, individuo o colectivo, no tienen una ética o una moral correcta y adecuada. Ni adecuada intelectual y conceptualmente, ni adecuada a nivel práctico o de hechos o de actos –sean palabras, gestos, acciones en sí mismas, omisiones, etc.-. Y, no adecuada, porque no conoce las tácticas y estrategias y ascéticas para hacer el bien correcto y huir del mal incorrecto e inmoral…

Todo el mundo tiene una moral y una ética, una moral práctica y una ética teórica, en mayor o menor grado. Pero no todo el mundo, al menos, en todos los temas de la realidad moral y ética, tiene una concepción correcta, y, una práctica correcta. Por diversidad de razones y causas y motivos y modos y maneras…

Demasiados males y mal surgen y nacen y crecen por no tener una ética teórica correcta y adecuada y verdadera, y, por no tener una moral práctica adecuada y verdadera, en tal tema o en tal otro o, en el de más allá o, en el de más acá. El drama de nuestro siglo en Occidente, es que hemos pensados y creído y soñado y sentido que creemos que podemos hacer lo que queramos en los terrenos de la moral, qué podemos pensar lo que queramos en el terreno de la ética, en un tema o en otro, en uno o en varios, en unos o en muchos…

¿¡Nos hemos hecho una ética y una moral, a nuestra medida, un traje moral a nuestra medida, pensando que solo nuestro deseo es suficiente para saber si algo es bueno moralmente o es malo moralmente…!? ¡¿Algo así, como si cada individuo se hiciese según su libre albedrío una Física y una Matemática a su gusto, y, no tuviese en cuenta, lo suficiente, la evolución y desarrollo de la Física y la Matemática a lo largo de siglos y milenios…!?

Es algo así, como si alguien pensase que puede volar con sus brazos y se pusiese a intentar volar desde diez metros de altura. El resultado ya sabemos lo que sucede o sucedería. Pues en la moral sucede lo mismo. Dentro del marco muy amplio de la ley jurídica, cada uno, hace de su capa un sayo o un traje o un chándal… y, una cosa es la libertad personal y la autoidentidad personal y la conciencia personal y la libertad personal y la autonomía personal, y, otra es la corrección ética y moral, adecuada y más verdadera, en dicho tema o en otro…


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