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“La calumnia, la maledicencia”, Jesús Millán Muñoz

calumniaCon la palabra se puede hacer mucho mal a otra persona, hay grados también, la maledicencia, quererle mal con palabras, la calumnia levantarle un falso testimonio muy grave.

Hay personas que sufren el mal o la maldad de otras personas, no se sabe muy bien y el porqué y el por qué, no solo con actos o acciones o actuaciones o hechos, sino con palabras. Diríamos que con actos de palabras-frases-ideas, y, que tienen distintos grados, la maledicencia, desearle el mal y hacerle al mal a otra persona, con palabras o acciones o pensamiento o deseos, y, en una situación más grave, crearle una calumnia, indicando una frase o juicio, que no es verdad, y que es muy grave, sea a nivel psicológico, moral, espiritual. Y, que para esa persona puede tener consecuencias durante toda su existencia, incluso, de alguna manera, para sus descendientes…

Como prácticamente, apenas se enseña ya en Occidente, los diez mandatos o mandamientos de Moisés –indico de Moisés, porque para el que no crea en el judaísmo o en el cristianismo o en estas religiones, al menos, debe tomar estas normas con una autoría, no religiosa, no divina, no sagrada, sino de un ser humano, por ejemplo, Moisés, sin entrar en la cuestión, que dichas normas es la síntesis son el resultado de una evolución histórico cultural, que puede venir o tener muchas fuentes, judaicas, egipcias, mesopotámicas más las propias de un personaje que la tradición ha denominado Moisés…-.

Por consecuencia, aunque esos mandatos, admitamos que no son religiosos-sagrados-divinos-revelados-inspirados en Dios, al menos, tenemos que admitir, que “es un producto histórico cultural”, y que como las tablas de Hammurabi y otros códigos legislativos, morales, psicológicos, religiosos de la antigüedad, tanto de Oriente Medio o de Egipcio tienen un valor para la humanidad. 

Pues decíamos, que en ese código, hasta hace bien poco, en Europa y Occidente, se enseñaba y mostraba a toda persona, los diez mandamientos. Y, por tanto, se mostraba el Octavo Mandato-Palabra-Mandamiento, que viene a indicar, sea en las traducciones judaicas, o en las católicas-ortodoxas, o en las protestantes, algo así: “No darás falso testimonio, ni mentirás”. Por lo cual la mentira, la calumnia, la maledicencia de palabra, el engaño con ideas, difundir la mentira sabiendo que es mentira, y, cosas semejantes se derivan de ese principio moral y cultural y ético y religioso…

No solo no mentir en un juicio o en un falso testimonio, sino en la vida privada, pública, social. De aquí, se deriva el derecho que otra persona tiene a la verdad, y, de aquí, la enorme responsabilidad de los medios de comunicación –que sus líneas editoriales, en teoría, no deberían ir en contra de la verdad y los hechos y los datos y la veracidad…-. 

En los códigos actuales, una variedad de esa norma, sería el derecho al propio honor, a la propia reputación, y, realidades semejantes, que están insertos en los códigos legislativos de Occidente, con unas terminologías-palabras-vocablos o con otras. Rosa Belmonte, gran articulista, diríamos de la generación del dos mil, la anterior sería la de 1975 o la Transición, nos narra en una columna publicada en Colpisa –ya sé que es COLPISA-, titulada La reputación, del día 19 febrero 2023, algo de este tema, concretándolo en una noticia-actualidad-novedad, de un caso del futbol.

En la tradición de las éticas y morales occidentales, un juicio equis, aunque fuese verdad y verídico y verdadero, si perjudica a otra persona, si no es necesario, indicarlo/expresarlo/difundirlo/publicarlo con absoluta necesidad, debe quedar en el secreto o discreción de las personas. Porque, incluso siendo verdad, quizás, difundir la realidad-verdad, que puede perjudicar a otra persona, sin absoluta necesidad, no es necesario. Ante este hecho o forma de pensar, se ofrecen varias razones y argumentos… -que aquí no vamos a explicar…-. (Aunque si sería un bien moral, avisar a otro, que no sabe del mal o la maldad de otra persona, para que no caiga en sus redes y en sus mentiras y en sus engaños y en sus maledicencias. Como todo, dónde el sentido común y la verdad y el término medio o equitativo o ajustado…).

Los seres humanos, no somos conscientes de todo, somos seres “animales racionales”, unos dicen, con alma inmortal y otros, sin alma inmortal. Pero diríamos que somos animales emocionales racionales –pienso una definición más ajustada-. Y, las emociones-sentimientos-afectos son esenciales, la consciencia irracional o afectiva o sentimental, tiene más importancia que la consciencia racional. Dicen algunos, yo nunca lo he leído en las obras de Aristóteles, será que ese trozo me lo he saltado o no recuerdo, que Aristóteles indicó que el hombre “solo es racional, solo es capaz de pensar una hora”, parafraseándolo. Lo haya dicho o no. Refleja esta idea un concepto muy profundo, en todo lo que hacemos, entra lo emocional o irracional o afectivo o los deseos o pulsiones o pasiones o instintos, en todas sus formas, y, en distinta cantidad o calidad…

Los humanos tienen que ser conscientes que hacemos actos-actuaciones de distintos grado o forma o manera, los actos en sí, los actos de palabra, los actos de gestos –sean faciales, corporales- y, realizamos no-actos –es decir, la posibilidad de hablar algo y callarse, la posibilidad de realizar un acto de acción y no realizarlo, la posibilidad de hacer un gesto o gestos y no realizarlos…-.

Existe una variedad de maledicencia y, o de calumnia, que apenas se expresa en los escritos de los sabios… Es aquella que tiene una fuente de certeza o de verdad o verosimilitud, pero no es completaUn acto que pudo ser verdad, no ha sido interpretado correctamente, un acto, que pudo ser pequeño se ha transformado en algo grande. Es decir, un acto inicial, se ha ido transformando y engrandeciendo y voluminizando y ampliándose, y al final, una piedrecita se ha convertido en una montaña…

¡Demasiadas veces, solo queda la esperanza, que exista un Juicio Particular, y, en ese nos enfrentemos a la realidad del bien y del no-bien que hemos hecho de palabra, obra, pensamiento, deseo…! ¡Entonces de existir dicha realidad, quizás, nos llevemos muchas sorpresas, nosotros, quizás nosotros, no hemos sido tan buenos, y, quizás otros, han sido más malos de lo que pensamos, y, otros más buenos de los que pensamos…! ¡Entonces, quizás, quizás, nos llevaremos muchas sorpresas, pero claro para esto, tiene que existir Juicio Particular después del morir en esta tierra…!

Jesús Millán Muñoz


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