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“Limpia y fija y da esplendor”, por Jesús Millán Muñoz

RAELa RAE de la Lengua, que su lema es limpiar y fijar y dar esplendor, a imitación de la francesa ha intentado en estos tres siglos, que la lengua española sea coherente en todos los territorios.

Arturo Pérez Reverte en un artículo en XL Semanal, no encuentro la fecha, que titula No siempre limpia y da esplendor da cuenta de las dificultades y el valor de los académicos para fijar palabras, y, de cómo reciben sugerencias de nuevas palabras o de nuevas aceptaciones, si he entendido bien.

Todo escritor en nuestro país, su sueño, velado y desvelado es pertenecer a la Academia de la Lengua, Cela narraba muy bien, las cartas que pidió de ayuda y de apoyo para ese fin. Cierto es que la RAE entre sus miembros actualmente, dispone de especialistas en distintos saberes y especialidades, no solo de escritores y lingüistas, también en hombres de prensa, Cebrian, Anson, incluso también formó parte, Mingote, como escritor y humorista, etc.

Al ser la lengua española, ya sé, que algunos dirán que eso no es correcto, pero al estar extendida por dos continentes, América y Europa, esencialmente, porque la situación en Filipinas, ha estado en un declive en el último siglo pasado, pues se van incorporando, en cada subterritorio, nuevas palabras-términos-vocablos, nacidos de la influencia de hablas particulares, de idiomas nativos, de costumbres, de hábitos. Por ejemplo, hasta donde sé, la palabra “muslamen” y “bocata”, que fue inventada por Forges, ha pasado a la lengua oficial o al Diccionario oficial, porque se extendió como reguero de pólvora-luces-hoguera por el lenguaje popular. Especialmente a raíz, indican-dicen, que Umbral, utilizo la palabra muslamen en alguno de sus artículos.

Por lo cual, la enorme riqueza de la lengua española y de sus hablantes es tremenda, porque diríamos tienen varios orígenes, los términos que inventamos, sean escritores o sea el pueblo, las traducciones de otros idiomas, sean lenguas europeas o anglófilas o germánicas o lenguas de América del Sur –no olvidemos que la Corona de España, desde el principio, no obligó a saber castellano o español, sino que los misioneros aprendieron para predicar las lenguas vernáculas, quechua por ejemplo, por eso, todavía hoy, millones de personas lo hablan-.

Cosa que otras potencias coloniales no hicieron. En América oficialmente, en las universidades se impusieron cátedras y asignaturas para aprender las lenguas vernáculas, por ejemplo, Pedro Claver, contrataba, incluso a nativos africanos que conociesen lenguas de África para comunicarse con los esclavos que venían en los barcos haciendo escala en Cartagena de Indias-.

Por consecuencia, la función de las Academias de la Lengua de cada país de América y de España, es ir fijando, unas palabras en común, para que el idioma, el gran buque de entendimiento de las personas que tenemos este bien en general-común, la lengua como un elemento esencial para entendernos y comprendernos no se pierda-diluya-corrompa. Con múltiples consecuencias económicas, políticas, culturales, con un plus y dividendo positivo a todos los hablantes. Porque al final, para reflejar una realidad o entidad, pueden existir docenas de términos o palabras. Hay que fijar, unas, para saber comunicarnos entre nosotros.

Puede parecer esto raro o singular, pero ha sucedido lo mismo en todos los idiomas, siempre se encuentran distintas hablas y dialectos o sublenguas de una lengua, y, en un momento determinado, una serie de autoridades fijan, existían varios dialectos del catalán, y fue fijado uno, como diríamos, varios de la lengua gallega, varios del vasco, estos materializados y cristalizados en este último siglo y el anterior.

El francés y el alemán y el inglés, etc., hicieron lo mismo en el paso de la Edad Media a la Moderna. De un valle a otro, a través de los siglos, diríamos, desde la caída de Roma, se han ido fijando las lenguas en toda Europa, pero el mismo idioma, puede haber evolucionado, en sus nichos territoriales, de diferente modo, de ahí, la necesidad que en un momento se fijase “una lengua común, no ya para una comarca o región sino para toda una nación o Estado”. De ahí, surge que por ejemplo, la traducción bíblica de Lutero a lenguaje alemán, no solo tuvo consecuencias religiosas y espirituales, sino que fijo el idioma alemán. Algunos indican, que de alguna manera lo creó.

Tenemos esa riqueza de la lengua en común, que presiones internas y externas, no nos hagan a echar a perder este enorme tesoro. Que si somos una de las cinco lenguas con más hablantes del mundo, no perdamos esta posición, porque no solo muestra y demuestra identidad para todos, sino es un enorme vehículo para entendernos y comprendernos para hoy y en el futuro. No se ofendan escritores y colectivos, porque propongan que su palabra o término o acepción sea aprobada, sino que piensen que el “bien común y el bien general de la lengua y en la lengua”, es el que debe primar. Es mejor, que para un colectivo no sea aceptada su acepción o de un escritor, pero el común acerbo y depósito de la lengua, siga sirviendo a cientos de millones de personas, de hoy y de mañana y de pasado mañana.

En 1492 Nebrija fija la gramática castellana o española. Es una riqueza sintáctica y semántica y ortográfica y pragmática que debemos dejar que crezca, debemos fiarnos de los Académicos, que son los que tienen la autoridad. Los escritores y escribientes, creadores del idioma, deben abrir las posibilidades, ese es su cometido, pero no se tienen que ofender si sus acepciones no son aprobadas oficialmente. Debemos mirar el bien general y común, y no el orgullo y la vanidad y la soberbia de la genialidad-talento de cada autor o autora.

Sugeriría a la Academia de la Lengua Española, por extensión a cada una de las Américas y de Filipinas, que además de todas las funciones existentes, que disponen, si en el momento actual, deberían, con medios virtuales, realizar un directorio-diccionario completo y total, de todos los escritores existentes, en sus territorios. Sin selección previa. De todos y cada uno que hayan construido, al menos un libro. Que pueden ser famosos o de segunda o quita categoría, especialmente, libros de literatura y semejantes.

De este modo, la RAE, podría con fichas electrónicas, al menos, conocer todos los escritores existentes, de todos los periodos de la historia, incluidos los de hoy. Porque al final, son los escritores, en mayor o menor medida, los que van creando y cristalizando la lengua. Aunque ya hemos dicho que no solo ellos o ellas. Pienso que esto podría ser una fuente de una enorme riqueza cultural, para el momento actual, para el futuro. Después sobre esta base se podrían ir realizando estudios, comparaciones, investigaciones, desarrollos, fijaciones de la evolución de las palabras y los sentidos, etc.


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