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28 de Abril

eleccionesEn el  día señalado  debemos recuperar en las urnas aquellas ilusiones que buena parte de los españoles sintieron como posibles y que hoy se han vuelto  inalcanzables. Tanto como  encontrar dentro del panorama político actual algo que vaya más allá del enfrentamiento, la disputa  y la confrontación surgidas todas al amparo de un  perfil político  bajo  mínimos cosa que no augura nada ni nuevo ni bueno.  Aquellas promesas falsas, hijas de un lenguaje preelectoral preñado de engaño y de gobiernos al uso,  hoy las percibimos  dolorosas  en nuestra carne, sobre todo en la  de los desheredados, en la de  clases populares, y en la de esa mayoría social progresista que  sigue huérfana y  nadie representa.

¿Que nos jugamos en las elecciones generales del próximo 28 de abril? Diría que mucho pues no se trata de dilucidar si el próximo gobierno  lo formara un bloque  de derechas o de izquierdas. La cosa no es tan simple como nos intentan hacer ver pues estamos inmersos en la lucha  de las clases populares en contra de un proyecto de saqueo y degradación  representado tanto por las derechas de toda la vida, reforzadas hoy por los extremistas de toda la vida, como por aquellos que identificamos y se dicen de  izquierdas. Ambas representando la misma degradación política  genuflexionada ante la imparable y hegemónica intervención americana y su obsceno y sofocante control exterior,  la deshumanizada política monetaria del FMI y la misma pose  de Bruselas y  Merkel. Todo está  en contra  de esa mayoría social progresista a la que aludíamos.

Ahora resultan  alcanforados y pueriles aquellos   eslóganes -estilo Alfonso Guerra-  tales como “que viene  la derecha” vociferados por quienes  nos intentan imponer los mismos recortes, las mismas reformas y la misma degradación  que ya sufrimos  por sus gobiernos. El recuerdo es libre y gratuito y por tanto me viene a la memoria el expresidente Zapatero con su primera oleada de recortes a la que después siguió la reforma de las pensiones, la laboral, el sometimiento a las imposiciones del  FMI, de Bruselas y de Merkel a través de  reforma constitucional exprés  del artículo 135: aquel que permitía  blindar el pago de la deuda por encima de parados, pensionistas, jóvenes y desahuciados defendida arropado en tal travesía por el PP y su  PSOE  (siempre están ahí cuando se trata de expoliar al pueblo trabajador)  e Unión del Pueblo Navarro en contra del resto de partidos y del mismo proceso constituyente. También cabe recordar el origen del consentido, por ambos, intervencionismo militar norteamericano en nuestro país  representado por la instalación de escudos antimisiles en Rota y la integración militar española al albur de su  estrategia militar de la que somos vasallos y que jamás acordaron lo españoles pues se han incumplido las condiciones de permanencia en la OTAN establecidas por referéndum en 1986, lo que  demuestra el poco respeto de los dos principales partidos del Estado español a la voluntad popular expresada mediante el voto en las urnas. Reformas y cambios, no lo olvidemos, que el  mismo PSOE  ha mantenido estando en el poder y no se ha propuesto, hasta este momento,  derogar convertidos en un gran proyecto de degradación consciente y consentida de la clase trabajadora, de la clase popular, de la mayoría social progresista.

Tenemos la obligación de buscar una alternativa desde la izquierda y convertirla  en autentica seña de identidad que sepa defender  los intereses de la mayoría, de ese 90 % que han sufrido los recortes en España. Esa alternativa debe basar  su programa en determinados ejes los cuales deben incluir: la redistribución de la riqueza; la defensa de la unidad del pueblo de las nacionalidades y regiones de España; la defensa de la Soberanía Nacional frente a los dictados exteriores y la ampliación de la democracia y de las libertades. En concreto una izquierda que defienda medidas redistributivas tales como el blindaje de las pensiones en la Constitución manteniendo y aumentando su poder adquisitivos y prohibiendo que se congelen, privaticen o recorten; una izquierda que propugne una redistribución salarial adecuada, suficiente y digna en igualdad para hombres y mujeres; también una reducción del paro por debajo del 7 %, creando  2 millones de empleos productivos vinculados a la reindustrialización  y el desarrollo energías renovables y generando un fondo especial para el  empleo recuperando el dinero del rescate bancario;  una izquierda que  aplique  una reducción del 20 % en el gasto del Estado y que destine ese ahorro a planes sociales; que cree  una gran banca pública  convirtiéndola  en motor de la inversión productiva; que aplique  una reforma fiscal progresiva  para que pague más quien más tiene; que consiga una realidad de salarios dignos  igual para hombres y mujeres; que implemente  una  política que acabe con el atraco de la deuda;  que interponga  una  política ecológica que impulse  un desarrollo sostenible basado en el cambio del modelo energético y la lucha contra el cambio climático y que , finalmente,  derogue  la reforma laboral- todavía en activo-  responsable de la precariedad y de los bajos salarios.

No sabemos si ya es  tiempo  para este tipo de izquierda descrita  pues la paciencia de los españoles es proverbial. Lo único que sabemos es que la susodicha paciencia tiene límites y que esta izquierda  no se encuentra muy lejos siendo estas elecciones  una oportunidad  para que avance progresivamente y acumule unas fuerzas que, tarde o temprano, serán necesarias para efectuar  y apoyar numerosos  cambios estructurales  mediante los cuales  se consiga, en primer lugar, no solo redistribuir la riqueza (aquella entendida desde la generación de la misma  para luego repartirla y no como un mero reparto de la pobreza) sino en  la reversión de los recortes, la ampliación de las libertades democráticas, la igualdad de género a todos los niveles y   la recuperación del  deterioro de las condiciones de vida que afecta al 90 % de la población.

Que cualquier fuerza llamada progresista pueda oponerse a ello, o sencillamente entorpecer estos propósitos, constituiría un error imperdonable. Hay que alejar  la  tentación de mantener artificialmente un aparato político sin otro fin que marginar por completo la voluntad real  de los pueblos de España y el olvido  consciente y premeditado de las clases más desfavorecidas. 

Adrián Martínez

Miembro de la Coordinadora Estatal de Recortes Cero


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