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“El experimentalismo en el articulismo”, Jesús Millán Muñoz

articulismoDebo indicarlo, me autocensuro en el articulismo que redacto, no solo sobre temas y cuestiones y argumentos y razones, sobre estilos y tendencias…

No se rasguen las corbatas, ni calzoncillos, ni calcetines me autocensuro, no trato de algunos temas, por diversas razones, no trato cuestiones con determinados estilos o tendencias, sin darme cuenta, consciente y semiconsciente e inconscientemente, tengo en cuenta, el potencial público, los equipos de redacción, el futuro de la lectura, intentar no herir a nadie –y, eso, que no recibo ningún estipendio económico, que no estoy en la nómina de redactores oficiales de ningún medio, y, eso, que todas las columnas, indicamos, que son/somos verídicos y verdaderos…-. Para mi consuelo y el de usted debo indicarle, que hasta ahora, no expreso ninguna frase o dato o enunciado o argumento, que piense que sea falso como verdadero, ni ninguno como verdadero que sea falso… Esa es mi disculpa hacia usted.

Pero no me atrevo a redactar artículos más vanguardistas, en la oratoria y erudición y estilo y estética. No me atrevo porque pienso y opino que quizás los lectores no lo leerían. Alguien que como este plumífero se ha saltado casi todas las reglas de sintaxis, semánticas, pragmática lingüística, estilos, tendencias, léxicos, etc., especialmente hace décadas, ahora en artículos para el público en general, soy muy comedido en todo. Y, esto me lo ha recordado José Bergamín, que en un artículo titulado: La agonía del renacuajismo, que en plena incivil guerra civil o civil guerra incivil –parafraseando a Ansón-, fue capaz de redactar un texto que mezcla diversos estilos, surrealismo incluido, un artículo que nos abre otras posibilidades de interpretación y de exegesis en plena situación social, no solo dramática, sino trágica, publicado en La Vanguardia, el 27 de agosto de 1938.

Me aceptaría usted que yo utilizase diversas tendencias estéticas y literarias en algunos de los artículos que firmo. Me aceptaría usted que utilizase más oratoria y retórica, más tropos y todas las formalidades de la poética. Me aceptaría usted que afirmara ideas y conceptos que fueron indicados hace siglos, pero podemos pensar que siguen siendo reales y verdaderos hoy. Me aceptaría usted que expresase que algunas ideas morales, a nivel teórico y práctico, que se admiten cada vez más, son errores psicológicos, morales, antropológicos… me aceptaría usted, que le argumentase, que en decenas de ideas y datos está usted equivocado y vive en el error. Me aceptaría usted que le demostrase que usted es un inmoral y amoral y antimoral y en nombre de la libertad, la autoidentidad, la libertad de conciencia y de expresión, y en nombre de grandes derechos y principios, usted se está precipitando hacia la nada, hacia el error, hacia la inmoralidad, quién sabe si hacia el Lado Eterno Negativo o Infierno… Me aceptaría usted que dentro de la legalidad vigente y de una moralidad mínima universal y en el marco del concepto de derecho y derecho moral natural y de los derechos humanos le llevase a usted hacia cuevas y mares y simas de enorme complejidad, me aceptaría usted…

No soy más inteligente que usted, ni soy más culto que usted, ni soy más sabio que usted, ni tengo más experiencia que usted, ni… Pero mi trabajo ha sido arar palabras, ideas, datos, conceptos, enunciados… Debo indicar que en decenas de cuestiones teóricas, cientos y miles, y, prácticas, me he equivocado. Pero puedo indicar que no sé como se siembra el cereal, ni los melones, ni mil cosas. Pero si creo que sé algo, de ese enorme mundo y cosmos de las palabras e ideas y conceptos y datos y argumentos y razones y de la estética… Y, algo de todo ello sé.

Los artículos que redacto, son algo así, como en el mundo antiguo los filósofos, redactaban ideas para su escuela y para sus academias y sus grupos; y, otras ideas, tomadas de las primeras, para la difusión para el público en general, los llamados escritos esotéricos y exotéricos. No es que los que se difundan, sean falsos o erróneos, sino que son papillas y tortillas más fáciles de digerir que los mismos enunciados expresados para los discípulos directos. No tengo discípulos, ni escuela filosófica, ni academia, ni liceo, ni real, ni virtual, no puedo/debo caer en esa tentación. Todo lo que escribo es para todos, cierto que los artículos son más fáciles de entender para todos, los Ensayos, un poco más especializados, para académicos y universitarios y expertos –pero todos con lenguaje normal y común, como hablando en la plazuela de la historia, copiando a Ortega…-.

Me gustaría, permitirme, se me permitiese, insertar más vanguardia, siempre dentro de la verdad-bondad-belleza-racionalidad, más vanguardia y más innovación en los artículos periodísticos. Pero usted, aunque no lo sepa, está ejerciendo una especie de censura, sin saberlo, sobre mí… Yo, estoy ejerciendo una especie de autocensura, sabiéndolo o no, sobre mis escritos. ¿Qué debo de hacer… qué debo hacer…? ¡Qué le parece a usted, estimado y apreciado y loable lector/a…!

Jesús Millán Muñoz


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