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Los Mochufas y las gallinas

periodismonteroPeligro. En este artículo se habla de literatura. Puede ser dañino para un Mochufa.

Ayer todos los telediarios incluyeron entre las noticias del día el vídeo viral del pastor de Picos de Europa hablando de lo ridículo que le parecían las protestas de los turistas rurales porque les molestaba el canto del gallo. Trato de adivinar de qué se ríen los que reciben el vídeo por WhatsApp. Supongo que algunos de las patatinas del pastor, o sea de su manera de hablar, otros de esos turistas mochufas a los que les molestan los gallos. En realidad es una excusa para usar esta palabra y del libro ‘Los Miserables’ de Santiago Lorenzo. Llevaba un tiempo deseando usarla, de la misma manera que de pequeños nos decíamos constantemente satélite artificial.

Para los que todavía sepan de qué hablo, la Mochufa es “un compendio de imbeciladitas diacrónicas, ridicultura en inflación y memeces seculares, un tesauro de carcomas biográficas y de jodique particularmente propio del tiempo”. Supongo que nos hemos quedado como ese Mochufa que va al campo y se encuentra que en lugar del canto del cuco canta el gallo a sus deshoras.

La palabra Mochufa se la inventó, o nos la reveló, Santiago Lorenzo en ‘Los asquerosos’ (Blackie Books, 2018). Imagino a La Mochufa soñando con vivir la vida rural mientras se ríen de la manera de hablar del pastor. “Ser ‘mochufa’ es creerse que Ana Rosa no se está riendo en tu cara cuando se emociona”, como dejó dicho el propio Santiago Lorenzo.

En el autobús, un joven Mochufa recibe el vídeo en su móvil. Ríe. Quizá se imagina a sí mismo en una despedida de soltero rural aspirando a una resaca tranquila. Pienso en Manuel, protagonista de ‘Los asquerosos’, escondido en la soledad de su aldea abandonada y lo imagino aterrado ver desde su ventana como llega La Mochufa el viernes por la tarde.

Me encierro en mi mismo. Trato de desenchufarme de lo que me rodea para poder releer algunos fragmentos de esta novela mientras me pregunto por qué es tan buena. ‘Los asquerosos’ no es ‘Robinson Crusoe’, ni tampoco ‘Walden o la vida en los bosques’, aunque a un Mochufa como yo pudiera parecérselo. Ni huelo a hierba cuando la leo, ni tampoco a vaca. Manuel vive en un pueblo abandonado. Quizá ni siquiera se trate de una novela rural. Es posible que ni siquiera tenga nada que ver con el pastor de los Montes Universales. Da igual. Es una de las mejores cosas que puedes leer.

Santiago Lorenzo vive en un pueblo pequeño y supongo que se sentará en su terraza, si la tiene, mientras ve llegar a los turistas rurales los fines de semana. Me imagino a mi mismo molesto por ello.

Me imagino al pastor sentándose bucólicamente bajo un árbol rodeado de sus ovejas mientras ve en Netflix un capítulo más. Porque no nos engañemos, ya no hay lucha entre el campo y la ciudad. La guerra hace tiempo que terminó. Aquí ya sólo hay un bando. Todos somos urbanitas y mochufas.

José Ant. Montero. Periodista y geógrafo.


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