Nuevos avances en el tratamiento de hemorroides, fisuras y fístulas anales
Hablar de salud proctológica todavía es motivo de vergüenza para muchas personas. Hemorroides, fisuras y fístulas anales pueden llegar a comprometer severamente el bienestar cotidiano y, sin embargo, a menudo se presentan al médico en etapas avanzadas al llegar el paciente tarde a la consulta.
La Dra. Milagros Quinto-Especialista en Proctología, destaca que normalizar la conversación sobre estos problemas es un primer paso esencial para abordarlos de forma eficaz.
En los últimos años, la proctología ha dado un salto importante gracias a nuevas técnicas que permiten tratar estas patologías con menos dolor, pocos riesgos y una recuperación mucho más rápida. En este artículo abordaremos qué opciones terapéuticas están disponibles actualmente para hemorroides, fisuras y fístulas anales, de la mano de la doctora Quinto.
Hemorroides: del tabú al tratamiento moderno
Las hemorroides son el resultado de la dilatación de las venas situadas en el canal anal. Se estima que más de la mitad de la población mayor de 50 años las ha padecido en algún momento, aunque también aparecen en adultos más jóvenes, sobre todo durante el embarazo o en individuos con estreñimiento crónico.
Los síntomas más habituales comprenden sangrado, dolor y la presencia de bultos que generan incomodidad.
Si bien la mayoría de las hemorroides responden a cambios en los hábitos de vida y a tratamientos tópicos, hay cuadros que demandan terapias más específicas. En este contexto, los procedimientos mínimamente invasivos han cobrado protagonismo, destacando la desarterialización guiada por ecografía Doppler y la el uso de láser. Ambas técnicas coagulan los vasos afectados sin extirpar el tejido, logrando así reducir el dolor postoperatorio y acortar el tiempo de recuperación a pocos días, en contraposición a las semanas que solía requerir la hemorroidectomía convencional.
Fisura anal: un dolor intenso pero tratable
La fisura anal constituye una pequeña laceración en la mucosa del canal anal que ocasiona un dolor intenso durante la defecación, frecuentemente asociado a sangrado. Aunque en un primer momento podría considerarse un trastorno menor, la experiencia de quienes la sufren demuestra que puede limitar de manera significativa la rutina diaria.
La atención inicial se basa en un enfoque conservador, que incluye baños de asiento, aplicaciones tópicas de formulaciones relajantes y modificaciones dietéticas.
Si no se detecta mejoría, entonces se consideran técnicas como la esfinterotomía lateral interna mínimamente invasiva o la aplicación de toxina botulínica, que reduce la contracción excesiva del esfínter y favorece la cicatrización.
La Dra. Milagros Quinto advierte que el temor al acto operatorio no debiera dilatar la recomendación. “Los protocolos actuales ofrecen solución ágil al episodio de fisura, de modo que la lesión se cierra con intervenciones breves sin prolongadas convalecencias”, asegura la experta.
Fístula anal: abordajes contemporáneos a un desafío crónico
La fístula anal se define como un trayecto anómalo que conecta el canal anal con la piel. Suele originarse tras un absceso que provoca supuración, molestias e infecciones periódicas. Su control es complejo, ya que el objetivo es eliminar el trayecto conservando la integridad muscular necesaria para la continencia.
La opción más extendida hace años era la fistulotomía o abrir el trayecto, lo que en algunos casos podía comprometer el funcionamiento del esfínter. Hoy hay alternativas más seguras como:
- Selladores biológicos basados en fibrina o colágeno: rellenan el trayecto sin cortes extensos.
- Colocación de setones de drenaje: se utiliza como medida provisional para controlar la fístula intestinal hasta la programación de un procedimiento quirúrgico definitivo.
- Terapias ablativas guiadas por láser o radiofrecuencia: permiten cerrar el trayecto desde dentro con mínima agresión.
Estas estrategias han optimizado la evolución clínica y han disminuido de forma significativa la tasa de complicaciones tardías.
Relevancia de la evaluación precoz
Un mensaje clave en la consulta es que la evaluación temprana simplifica el tratamiento. Muchas personas normalizan síntomas como el sangrado o el dolor al defecar, pensando que se deben al estrés o la dieta.
Estos síntomas, en efecto, pueden corresponder con patologías que requieren un diagnóstico minucioso. Por eso, los expertos insisten en que el diagnóstico precoz salva vidas.
Cuidar los hábitos para prevenir y mejorar
La aparición de hemorroides, fisuras o fístulas no se puede eludir en todos los casos, pero sí se pueden implementar conductas que, a la vez que disminuyen la probabilidad de que ocurran, favorecen la eficacia de cualquier tratamiento posterior:
- Seguir una dieta equilibrada en fibra, acompañada de abundante ingesta de líquidos, que evite el estreñimiento.
- Realizar actividad física de forma habitual, que contribuye a acelerar el tránsito intestinal y fortalecer el sistema circulatorio.
- Limitar el tiempo de permanencia en el inodoro, puesto que esta costumbre se ha normalizado más de lo que se piensa.
- Buscar atención sanitaria de forma urgente en la presencia de sangrado, dolor persistente o supuración.
En conclusión, La proctología contemporánea se encuentra en un proceso de revitalización impulsado por avances como la terapia láser, la radiofrecuencia y la administración de toxina botulínica, que permiten a los pacientes acceder a tratamientos más rápidos y con menor agresión dolorosa.
Expertos como la Dra. Milagros Quinto recuerdan que el primer paso es perder el miedo a hablar de estos temas y consultar ante cualquier síntoma.
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