Justo en la semana que conmemoramos el 40 Aniversario del fallido golpe de Estado, volvemos a vivir otro golpe de Estado solapado. Esta vez en forma de los disturbios barceloneses, que tanto daño nos están causando. Y no solo a nivel económico o material. No, porqué va más allá de las revueltas callejeras.

Si a más de un participante en los tumultos que se están sucediendo desde hace una semana, obtendríamos varias respuestas muy dispares. Unas, que protestan por el encarcelamiento de Pablo Hasél. Otras, por robar y destrozarlo todo a su paso. Pero ninguno nos daría la respuesta pertinente. Y es la que socavar aún más el frágil equilibrio entre el Estado Central y el Autonómico catalán. Y a su vez, entre el Gobierno en sí, y la oposición derechista. Ahí es nada.

Y es que desde los partidos independentistas, están intentando tensar aún más el ambiente para que se produzca su tan ansiada independencia de España. Sin embargo, están consiguiendo justo todo lo contrario, al incentivar, los ataques nocturnos a las diversas tiendas que hay en el Paseo de Gracia, de Barcelona.

Comerciantes y vecinos, empiezan a estar muy hartos de tanta violencia gratuita nocturna, para los atacantes. Y cara para ellos. Malestar, que habrán hecho llegar a la Cámara de Comercio barcelonesa, y al Ayuntamiento barcelonés.

Un Ayuntamiento, ya de por sí, muy endeudado, al cual se le añaden las exorbitantes cantidades, que adeudan al Estado, por los daños infringidos al mobiliario urbano… Y un Gobierno central, secuestrado, por los partidos soberanistas. Quienes a su vez, están ebrios aún por los resultados obtenidos, hace una semana…

Un círculo vicioso, del cual por ahora es imposible de salir. Ya que el Gobierno autonómico, todavía no se ha formado. Y Pere (Pedro) Aragonés, tiene las manos casi atadas. Y el propio Gobierno central, cada día da más señales de desgaste y descomposición interna. Un Presidente, del cual están estirando tanto los socios podemitas, como el PP, para formar el CGPJ… Lo dicho en envenenado círculo vicioso, del cual no sabemos ni salir, ni cómo va a suceder las cosas.

Por ahora, estamos en medio de una multitud de batallas campales de todo tipo. Solo nos queda ver, oír y callar, hasta que algo o alguien impongan sensatez. Mientras tanto, eso, ajo y agua.

Amparo Gimeno Pastor