Cuando uno conoce a Eugenia y a Ahmed, se da cuenta que está ante dos personas maravillosas que hacen de la solidaridad su estilo de vida.

La historia se remonta a casi hace veinte años atrás, cuando este matrimonio se dedicaba a la venta de artesanía en los mercados de toda España y comenzaron a acoger y cocinar para la gente que no tenía recursos.

Acogían en su propia casa a grupos de personas que cada siete días rotaban. Eugenia cocinaba para todos, mientras Ahmed dirigía una peluquería, y poco a poco se fueron dando cuenta que la gente necesitaba comer más que un alojamiento, ya que cada vez acudía más gente solo para comer.

En 2010 en plena crisis, decidieron alquilar un local para poder dar de comer a más gente. En la actualidad, cerca de 100 personas acuden al comedor. “Nos gustaría dar desayunos también, sobre todo por los niños que vienen, pero no nos llega el presupuesto. La cena normalmente está cubierta porque cuando sobra algo de comida, los usuarios se la llevan para cenar o se llevan el pan o cualquier alimento que tengamos aquí de alguna donación, como magdalenas o galletas”, nos dicen Ahmed y Servando, un amigo que les ayuda en su tiempo libre.

En 2013 la que en su momento fue alcaldesa Mercedes Alonso, se emocionó en una visita al comedor al ver a tanta gente, y sobre todo niños sin nada para comer, y decidió concederles una ayuda. Pero como todas las ayudas, siempre son insuficientes. El alquiler del local cuesta casi 7 mil euros al año y a veces, cuando llega octubre o noviembre, no tienen dinero para continuar, pero sacan fuerzas porque “sería un fracaso cerrar el comedor por falta de dinero”.

Gracias al buen trabajo y a la transcendencia de este comedor, cada vez son más las empresas que colaboran, como Pikolinos, Musgrave, Carrefour o Susi Díaz de La Finca u ONG como Ayuda a Refugiados Sirios o colectivos como el Club Rotary de Elche. Este último ha donado todo el equipamiento para hacer la paella de todos los domingos, cubriendo los gastos de dicha paella durante todo el año. Además, todos los domingos van voluntarios del Club a colaborar con el servicio. Hay que destacar que hace unas semanas, acudió una familia del Club con sus hijos para colaborar, y cuando le preguntaron a la niña pequeña qué quería para su cumpleaños, que era el martes siguiente, dijo “que como regalo quería que compraran comida para los pobres”. “Hubo un tiempo que teníamos la sensación de que venía menos gente a comer, pero duró muy poco, y ahora, cada vez viene más gente” nos comenta Jesús, voluntario del Club Rotary de Elche.

Eugenia y Ahmed centran sus energías y recursos en el comedor. Ahmed tiene una peluquería y destina todos los beneficios al mantenimiento del local. Para poder recibir las ayudas, tuvieron que crear una asociación llamada “Comunidad Islámica Al Taufik”, que significa “Puertas Abiertas”. A pesar de lo que se pueda pensar, el 90% de los usuarios del comedor son españoles que perdieron todo con la crisis.

De hecho, “hay gente que está trabajando, pero el sueldo es tan bajo que no les da para comer”, nos comenta Eugenia. Pero, no todo van a ser malas noticias. Hay gente que consiguió superar la crisis y ahora tienen un trabajo, y esa misma gente colabora llevándoles alimentos no perecederos. Si algo tienen claro Eugenia y Ahmed, es que no aceptan dinero en metálico de nadie para evitar especulaciones. Las personas o empresas que quieren donar, hacen un depósito en empresas de alimentación y ellos van y adquieren los productos necesarios por ese importe.

El mismo comedor también genera una cadena de favores. Muchos usuarios ayudan al mantenimiento del local limpiando, pintando paredes o reparando las cosas que se estropean.

El comedor Al Taufik abre todos los días para dar comidas a excepción de los sábados, día que sus usuarios van al comedor que la Iglesia Evangelista tiene en Elche. Según palabras de Ahmed y Eugenia, ojalá no tuviera que existir dicho comedor y que no fuera necesario hacer comida todos los días, pero la situación es la que es y se les agranda el corazón cada vez que terminan la jornada y descansan en casa, pero siempre siendo el comedor el tema de conversación entre este matrimonio.

Terminamos la entrevista con el corazón encogido ante la cantidad de gente sin recursos que acude a este comedor y cómo la sociedad les da la espalda. Estas personas se alimentan gracias a un matrimonio que destina todas sus fuerzas para ayudar a los necesitados y con lo que nos quedamos es con la satisfacción de haber conocido dos ÁNGELES en la Tierra, o como quiera llamarse en cualquier idioma o religión, porque como dice Ahmed, “la necesidad no entiende de religión, raza, nacionalidad o edad”.